En la mañana del equinoccio de otoño, cuando el día y la noche se dividen por igual, Pekín se despierta poco a poco en el aire fresco. El sol se levanta lentamente desde el este, cubriendo la ciudad con un cálido resplandor dorado. La Avenida Chang’an se extiende como una línea dorada recta, dividiendo Pekín en mitades norte y sur. A lo largo de la calle, los altos edificios y las antiguas estructuras se alzan en armonía, fusionando la modernidad con la historia. La Avenida Chang’an no es solo una arteria principal, sino también un túnel del tiempo que conecta el pasado, el presente y el futuro.