Cuando cae el crepúsculo, la Torre de Macao se erige alta como una bailarina preparada en el escenario, esperando en silencio las primeras notas de los fuegos artificiales del Año Nuevo Lunar para comenzar su magnífico baile. Bañada en el resplandor del crepúsculo, se convierte en un faro de celebración, lista para saltar a un ballet de luz y color que marca el comienzo de otro año auspicioso.